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La siembra de José Rafael

No se apaga con su partida

Por José Rafael Vargas

Hace trece dias se despidió del reino terrenal, uno de los faros que mejor iluminaban el halo de la cultura dominicana. 

De nuevo, los mocanos fuimos sorprendidos con la noticia. Ya había pasado con otro gigante del mundo intelectual mocano, nuestro querido Adriano Miguel.

Son dos muestras que nos señalan lo frágil que es la vida. Se va en un abrir y cerrar de ojo. 

Y lo que más duele es ver como se apaga una pluma indispensable de nuestras letras. 

No se cierra el capitulo de su vida, porque Lantigua nos dejó una rica bibliografia de sus ensayos, sus poemas, sus cuentos, narrativas y sus raciones de letras. 

Aqui en Moca, en este santuario del Corazón de Jesús; en el teatro y el oratorio Don Bosco, comenzó a forjar su vuelo intelectual y su grandiosa obra como promotor de la cultura, misión que lo acompañó siempre, porque esa era su vocación.

Y a esa virtud agregaba la condicion de ser una mente brillante, ingeniosa, incansable en el trabajo creativo. 

Una voz que sirvió al pais por mas de 6 décadas, desde que abrazó el oficio de la lectura en la fragua de su hogar familiar en Moca, con la permanente compañía de Dońa Lola, su madre adorada. 

La obra de José Rafael en el plano de las letras y la cultura, merecieron los más altos reconocimientos del país, desde el momento en que fue elevado a ocupar el sillón de la Academia Dominicana de la Lengua, que correspondía a su fundador, Monseñor Adolfo Alejandro Nouel. 

He ahí la dimensión de su estirpe intelectual. 

Su misión como ministro de Cultura es parte vital de su patrimonio de vida, porque sencillamente ha sido incomparable.

Lantigua sembró y sus huellas no mueren con su partida, porque como él mismo decía en abril del  pasado año, a propósito del aniversario de la confrontación bélica: " La muerte no borra la existencia cuando ha sido una siembra.

La muerte, cuando llega, interrumpe el tiempo biológico, pero no la siembra. 

Quedan las huellas, las marcas, las semillas.

Quedan las ideas, las lecciones. Queda la historia". ( 26 de abril 2024).

Y ese es el mejor legado para su familia, para su adorada Miguelina. Para sus hijos, sus nietos y para todos los que apreciamos su rica trayectoria de vida, cuyo valor esencial fue el servicio.

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