La libertad de prensa es un pilar fundamental de la democracia, una condición esencial para que cada dominicano y dominicana pueda vivir informado, exigir cuentas y participar.
Cualquier intento de limitarla, condicionarla o censurarla constituye un ataque directo al derecho constitucional de expresar y difundir ideas sin temor.
El control de la información, incluso de manera sutil, es el primer paso hacia la manipulación del discurso público y la erosión de nuestras libertades. Cuando el poder controla el flujo de la verdad, la sociedad se fragmenta, se polariza, afectando nuestra democracia.
Hoy, la censura no solo se da de manera abierta, sino también de formas más sofisticadas y sutiles, como la autocensura inducida por la amenaza de consecuencias o por incentivos.
Desde nuestra historia, sabemos lo que cuesta perderla. Y también lo que cuesta defenderla. Por eso no hay espacio para la indiferencia.
Cualquier intento de silenciar, condicionar o intimidar al periodismo, o la libertad de expresión debe encontrarnos de pie, juntos, sin titubeos.
