Por: Carlos Ricardo Fondeur Moronta
Santiago de los Caballeros, República Dominicana. – En respuesta a un editorial del periódico haitiano Le Nouvelliste, publicado la víspera, no hablábamos de racismo ni qué ocho cuartos. Hablábamos de la realidad actual, de la coyuntura política multinacional, donde se incluyen solo a dos naciones que representan la isla de Santo Domingo: un destino apreciado de la lucha por el poder multi polar que se desvanece en los entuertos de los que desconocen la historia y, desgraciadamente, son testigos de ella y que se repite.
Es duro, para quienes llevan anotaciones de los tres tiempos esenciales de la visión histórica, ver que existen paredes, divisiones, que determinan de manera exacta de qué lado estás: De “este lado o de aquel”, una frase socorrida dentro de las instancias militares y policiales que te indican a cuál bando en realidad perteneces.
El hecho de la elección de la sede del Ministerio de las Fuerzas Armadas para el analizar la situación actual de la frontera, marca una línea roja entre “ustedes y nosotros”, no es más que una forma alegórica de mostrar desde donde se envía el mensaje. Y Le Nouvelliste, al emitir dicho editorial al respecto, deja en claro que lo entiende.
Si usted es periodista sabrá que los códigos de mensajes suelen acompañarse de sublimidad, es decir, de meta-mensajes que se envían de manera oculta a propósito para implicar un tercer objetivo, que resultaría ser el de mostrar la existencia de una línea divisoria entre un objetivo y otro. No es nada del otro mundo. Ustedes están allá y nosotros estamos aquí.
Pretendía el periodista Frantz Duval, de Le Nouvelliste, denostar la foto de los ex presidentes dominicanos, mientras que la realidad es otra: La foto demuestra la firmeza del apego a la Constitución de la República y a la firmeza del poder político sobre el poder militar, aunque éste último no existe como poder constitucional, es el eje hegemónico que garantiza la seguridad y nacionalidad dominicana.
La reunión de los ex mandatarios, “todos vestidos de azul”, (no de verde militar), no rodeados de soldados, sino de representantes civiles, y los generales de las diferentes ramas de la milicia nacional constitucionalmente elegidas, de ninguna manera confirma que sus visiones no son graves ni trágicas.
Los mandatarios dominicanos se reúnen de una u otra forma con sus antecesores para asesorarse mutuamente sobre aspectos meramente relacionados con la seguridad del Estado Dominicano. La actividad es usual en todos los Estados del mundo.
El periodista, jefe de Redacción de Le Nouvelliste, olvida que una de las tareas obligatorias de nuestro Estado es el resguardo de sus fronteras, representado por el presidente, el responsable constitucional de la salvaguarda de la constitucionalidad que se resguarda, en el caso nuestro, en el pueblo, sustentada por nuestras Fuerzas Armadas, ante situaciones que representen peligro de la soberanía.
Una de las ideas más anti haitianas, es su visión de que el aumento del gasto militar dominicano es exagerado para los fines de trasteos, ubicación y deportación, cosa que ningún Estado puede negar al otro, que son atribuciones que debe cumplir todo jefe de Estado. Ningún gobierno debe valorar los gastos en seguridad que un Estado vecino demande, sin que ello represente una afrenta o peligro para la nación más vecina.
Y se olvida el jefe de los Redactores de Le Nouvelliste, nombre del principal diario del vecino país, que, por razones raciales infundadas, no se nos permite hablar en abundancia ni referencia, que, a partir de los acontecimientos registrados por el terremoto en aquella nación en 2010, los dominicanos fuimos, somos y seremos los paladines del apoyo político, económico, cultural y humano del pueblo haitiano.
Desde siempre se ha dicho que los dominicanos llevamos “el negro debajo de la oreja”, aunque es medianamente cierto, pesa mucho la ocupación de 1822 hasta 1844 y sus secuelas sobre la cultura dominicana. Solo una lupa sucia reconocería lo contrario.
Las opiniones emitidas por nuestro colega, Frantz Duval, en Le Nouvelliste, en francés, no ayudan a sus compueblanos, porque distorsionan la realidad y la historia y esas desviaciones hacen más daño al sufrido pueblo haitiano que a las claques gobernantes, pues, todo lo escrito apenas lo lee en Haití el tres por ciento del diez por ciento que sabe leer.
Y como dije en mi artículo anterior, mientras las clases pudientes de Haití se empeñan en dividir los pueblos, los dominicanos y haitianos andamos de las manos y ellos en sus habitaciones de hoteles, viendo el panorama desolador que dejan al explotar su pueblo.
El autor es periodista, residente en Santiago de los Caballeros.
Carlos Ricardo Fondeur Moronta carlosricardofondeurmoronta@gmail.com